chiquilín de bachín

—El mundo es la suma del pasado y de lo que se desprendió de nosotros— Novalis

viernes, junio 29, 2007

Notición

Están Drexler y Watling en la habitación suite 603. Ampliaremos.

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10 del pueblo quieren saber de qué se trata

miércoles, junio 27, 2007

Cercanas noches del mes de junio



Alguna vez recuerdo
ciertas noches de junio de aquel año,
casi borrosas, de mi adolescencia
(era en mil novecientos me parece
cuarenta y nueve)
porque en ese mes
sentía siempre una inquietud, una angustia pequeña
lo mismo que el calor que empezaba,
nada más
que la especial sonoridad del aire
y una disposición vagamente afectiva.

Eran las noches incurables
y la calentura.
Las altas horas de estudiante solo
y el libro intempestivo
junto al balcón abierto de par en par (la calle
recién regada desaparecía
abajo, entre el follaje iluminado)
sin un alma que llevar a la boca.

Cuántas veces me acuerdo
de vosotras, lejanas
noches del mes de junio, cuántas veces
me saltaron las lágrimas, las lágrimas
por ser más que un hombre, cuánto quise
morir
o soñé con venderme al diablo,
que nunca me escuchó.
Pero también
la vida nos sujeta porque precisamente
no es como la esperábamos.

Jaime Gil de Biedma, «Noches del mes de junio»

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7 del pueblo quieren saber de qué se trata

domingo, junio 24, 2007

Sobre un anagrama o De los resultados electorales



El dramaturgo Jacinto Benavente había venido al país por primera vez en 1922 y recorría en ferrocarril las ciudades del interior junto a la actriz Lola Membrives. Cuando se detuvieron en Rufino ella bajó a recoger cartas y telegramas. En uno de los cables se anunciaba a Benavente que había ganado el Premio Nobel de Literatura. Lola Membrives compró una botella de champán y fue a despertar al escritor para celebrar la extraordinaria noticia. Benavente la recibió con calma y, contra lo que esperaba la actriz, decidió completar su gira antes de retornar a Europa.

En cada ciudad, Jacinto Benavente fue interrogado sobre la Argentina. Era una obsesión develar el punto de vista de este extranjero que se había vuelto tan famoso, casi una visceral urgencia por recibir la confirmación de nuestra eterna buenaventura [...]. Pero el español esquivaba contestar. Su recato, lejos de disminuir el acoso, lo aumentaba. Cuando llegó al puerto para embarcar, en el minuto previo al retiro de la escalerilla arreciaron las demandas. Entonces disparó un cañonazo: «Armad la única palabra posible con las letras que componen la palabra argentino». Benavente penetró en el barco y desapareció. Su figura ya no estaba a la vista cuando los que lo habían escuchado pudieron descifrar el acertijo: la única palabra que se construye con las letras de «argentino» es ignorante.

Marcos Aguinis, El atroz encanto de ser argentinos

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jueves, junio 21, 2007

Instrucciones para insultar con altura

No se quejen, me estaba conteniendo: hace mucho no posteaba ningún fragmento suyo.

Los hombres de las diversas Américas permanecemos tan incomunicados que apenas nos conocemos por referencia, contados por Europa. En tales casos, Europa suele ser sinécdoque de París. A París le interesa menos el arte que la política del arte: mírese la tradición pandillera de su literatura y de su pintura, siempre dirigidas por comités y con sus dialectos políticos: uno parlamentario, que habla de izquierdas y derechas; otro militar, que habla de vanguardias y retaguardias. Dicho con mejor precisión: les interesa la economía del arte, no sus resultados. La economía de los versos de Whitman les fue tan inaudita que no lo conocieron a Whitman. Prefirieron clasificarlo: encomiaron su licence majestueuse, lo hicieron precursor de los muchos inventores caseros del verso libre. Además, remedaron la parte más desarmable de su dicción: las complacientes enumeraciones geográficas, históricas y circunstanciales que enfiló Whitman para cumplir con cierta profecía de Emerson, sobre el poeta digno de América. Esos remedos o recuerdos fueron el futurismo, el unanimimo. Fueron y son toda la poesía francesa de nuestro tiempo, salvo la que deriva de Poe.

J.L.B., «El otro Whitman», Discusión, 1932.

En 1517 el P. Bartolomé de las Casas tuvo mucha lástima de los indios que se extenuaban en los laboriosos infiernos de las minas de oro antillanas, y propuso al emperador Carlos V la importación de negros que se extenuaran en los laboriosos infiernos de las minas de oro antillanas. A esa curiosa variación de un filántropo debemos infinitos hechos: los blues de Handy, el éxito logrado en París por el pintor doctor oriental D. Pedro Figari, la buena prosa cimarrona del también oriental D. Vicente Rossi, el tamaño mitológico de Abraham Lincoln, los quinientos mil muertos de la Guerra de Secesión, los tres mil trescientos millones gastados en pensiones militares, la estatua del imaginario Falucho, la admisión del verbo linchar en la décimotercera edición del Diccionario de la Academia, el impetuoso film Aleluya, la fornida carga a la bayoneta llevada por Soler al frente de sus Pardos y Morenos en el Cerrito, la gracia de la señorita de Tal, el moreno que asesinó Martín Fierro, la deplorable rumba El Manisero, el napoleonismo arrestado y encalabozado de Toussaint Louverture, la cruz y la serpiente en Haití, la sangre de las cabras degolladas por el machete del papaloi, la habanera, madre del tango, el candombe.

J.L.B., «El atroz redentor Lazarus Morell», Historia universal de la infamia, 1935.

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lunes, junio 18, 2007

Junio


ciudad


Ciudad
ya tan lejana!

Lejana junto al mar: tardes de puerto
y desamparo errante de los muelles.
Se obstinarán crecientes las mareas
por las horas de allá.

Y serán un rumor,
un pálpito que puja endormeciéndose,
cuando asoman las luces de la noche
sobre el mar.

Más, cada vez más honda
conmigo vas, ciudad,
como un amor hundido,
irreparable.

A veces ola y otra vez silencio.

Jaime Gil de Biedma, «Las afueras (III)»

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2 del pueblo quieren saber de qué se trata

viernes, junio 15, 2007

Sobre la sordidez del Turno Noche

El lunes empecé a trabajar en un hotel cuatro estrellas de diseño, súper cheto-cool-guai-fashion. Soy, después de cuatro intensos veranos de intentos fallidos, recepcionista, a pesar de mi ignorancia supina de las lenguas francesas y alemanas. Hago turno tarde o noche, dependiendo de quién tengo que cubrir en sus vacaciones. Esta semana fui variando así aprendía los gajes del oficio en ambos. Pero, sin dudas, el Turno Noche es todo un mundo paralelo. Entre las ya innumerables anécdotas, rescato:


  1. El lunes, por primera vez en mi vida, llevé puesta una corbata. No sabía hacerme el nudo. Mi papá me lo dejó hecho y todavía está intacta e inalterable en el placard, esperando ser usada de nuevo.

  2. El martes, por primera vez en mi vida, vi un billete de quinientos (500) € (euros, sí). Son de color violeta. O lila. Como más les guste.

  3. El miércoles, un periodista, al parecer astronómicamente célebre en Brasil, pidió una habitación de suite con jacuzzi cuyos metros cuadrados superan los del living de mi casa. Al oírme contestarle en portugués do Brasiu —evidenchimenchi, o mais grandi do mundu—, de forma inmediata, introdujo un billete de diez (10) € (euros, también), en mi inofensivo bolsillo.

  4. El jueves, por primera vez en mi vida, me piropearon en la calle, al salir del hotel. Era un gay —mi trabajo está en la zona gay de un barrio *re* cheto de Barcelona—. Era de madrugada. El individuo, indudablemente, había bebido. Eso no hace que su acalorado elogio de «Ay, que no tengo yo una cama pa ese morenaso con corbata que sino le hacía un tornado con la lengua» sea menos válido. Aún no sé qué es estrictamente un «tornado»; si alguien con conocimientos de jerga «de ambiente» en Barcelona lo sabe, por favor, me gustaría que lo informe. Como siempre sospeché, no es la carencia de belleza, sex appeal, porte y elegancia la causa por la cual las chicas nunca me gritaron piropos en la calle, sino porque, como no dudaría en afirmar mi madre entre sus libros de Freud y Lacan, las chicas, a diferencia de los homosexuales, no canalizan su sentimiento sexual verbalmente porque están reprimidas y padecen neurosis histérica.
  5. El viernes, dos, esta vez sí, chicas, inglesas, que hubieran dado un número excesivamente estrafalario en un control de alcoholemia y cocaína en glóbulos rojos, me preguntaron a las cuatro de la mañana si podía subir a arreglar la televisión de su habitación, mirándome con unos ojos quizá un tanto bizarros, mientras sacaban la lengua y me ofrecían un billete de veinte (20) p. (libras, esta vez), que extraían del escote de su seno derecho (sí, seno). Creo que nadie podría cuestionar el hecho de que denegué la petición terminante y tajantemente; mi férrea moral de ninguna manera dejaría la recepción desierta y acéfala a esas altas horas de la (sórdida) noche. Sé que la anécdota cinco invalida profundamente la cuatro.
  6. Contra todos los pronósticos, el hecho de haber conseguido un segundo trabajo lejos está de implicar el hecho de dejar el primero, mi beca de bibliotecario pedante. Como consecuencia de esa quizá un tanto poco sabia decisión, cuento con cero horas dormidas de treinta y seis vividas. Por supuesto, aún quedan exámenes. Y en mi departamento, mis compañeros aún no entienden cómo no enloquezco.

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domingo, junio 10, 2007

Tiempos de (post)adolescencia



Adolescente fui en días idénticos a nubes,
cosa grácil, visible por penumbra y reflejo,
y extraño es, si ese recuerdo busco,
que tanto, tanto duela sobre el cuerpo de hoy.

Perder placer es triste
como la dulce lámpara sobre el lento nocturno;
aquél fui, aquél fui, aquél he sido;
era la ignorancia mi sombra.

Ni gozo ni pena; fui niño
prisionero entre muros cambiantes;
historias como cuerpos, cristales como cielos,
sueño luego, un sueño más alto que la vida.

Cuando la muerte quiera
una verdad quitar de entre mis manos,
las hallará vacías, como en la adolescencia
ardientes de deseo, tendidas hacia el aire.

Luis Cernuda, Donde habite el olvido

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jueves, junio 07, 2007

Freud, Lacan, Barthes (I)





Toda una mitología menor tiende a hacernos creer que el placer —y específicamente el placer del texto— es una idea de derechas. La derecha, con un mismo movimiento, expide a la izquierda todo lo que es abstracto, incómodo, político, y se guarda el placer para sí: ¡sed bienvenidos, vosotros que venís al placer de la literatura! Y en la izquierda, por moralidad —olvidando los cigarros de Marx y de Brecht—, todo «residuo de hedonismo» aparece como sospechoso y desdeñable. En la derecha, el placer es reivindicado contra el intelectualismo, la «intelligentzia»: es el viejo mito reaccionario del corazón contra la cabeza, de la sensación contra el raciocinio, de la «vida» —cálida— contra la «abstracción» —fría—: ¿debe entonces el artista seguir el siniestro precepto de Debussy «tratar humildemente de dar placer»? En la izquierda, el conocimiento, el método, el compromiso, el combate, se opone al «simple deleite» —y sin embargo ¿si el conocimiento mismo fuese delicioso?—. En ambos lados encontramos la extravagante idea de que el placer es una cosa simple, por lo que se lo reivindica o se lo desprecia. No obstante, el placer no es un elemento del texto, no es un residuo inocente, no depende de una lógica del entendimiento y de la sensación, es una deriva, algo que es a la vez revolucionario y asocial y no puede ser asumido por ninguna colectividad, ninguna mentalidad, ningún idiolecto. ¿Algo neutro? Es evidente que el placer del texto es escandaloso no por inmoral sino porque es atópico.

Roland Barthes, El placer del texto

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lunes, junio 04, 2007

Étudiant



Leída toda la bibliografía, otra vez, ahora hay que escribir. Y excesivas lecturas en poco tiempo. Y exámenes. Y mucho calor. Pero el verano pinta muy bien, ya contaré por qué. Saludos desde la clausura.

Foto por mi muy madrileño compañero de habitación, Miguel, por supuejto.

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sábado, junio 02, 2007

Euforia o Qué bien arrancó el verano

Viver, e não ter a vergonha de ser feliz,
cantar e cantar e cantar
a beleza de ser um eterno aprendiz.
Ah, meu Deus, eu sei, eu sei
que a vida devia ser bem melhor e será,
mas isso não impede que eu repita
é bonita, é bonita e é bonita.

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viernes, junio 01, 2007

Cuarenta

It was forty years ago today

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